septiembre 02, 2010

Oficio #9

Llego temprano a una esquina cualquiera (color gris cualquiera y fetidez cualquiera) y le digo algún piropo a una niña gorda. Comienza entonces mi día laboral y camino por el barrio en turno haciendo un poco de vida. Entro a una tienda y acuchillo un par de latas de refresco; sobra decir que debo salir corriendo. Escribo un falso número telefónico en una servilleta que luego abandono en un café. Le sonrío a un policía. Persigo durante cuadras a una pareja de viejos; cuando llegamos a su casa les ofrezco ayuda con las bolsas del mercado. Subo al taxi justo antes de que lo haga quien le hizo la parada y me bajo unos metros adelante. Tiro en alguna jardinera de difícil acceso un billete de cincuenta o cien pesos (parte de los gastos de viáticos). Finjo reconocer a gente desconocida y lo saludo; finjo indignación porque no me reconocen. Regreso a la esquina de la niña gorda justo a tiempo para piropear a su papá que la recogió de la escuela. Y al final de mi turno me lavo las manos con gel antibacterial, tomo el metro y me voy a pasar tarjeta con la alegría de haber hecho bien mi trabajo y la firmeza de que una que otra persona tendrá algo para recordar esta noche mientras se lava los dientes; no creas que lo hago sólo por el dinero.