marzo 10, 2008

el lobo y el conejo

Supongamos pues, que el destino no es una persona sino un animal. Pensamos todos luego luego en un conejo al que vamos persiguiendo, un objetivo, una meta, un alcanzable. Y no. Quizá sea más bien un lobo que nos persigue siguiendo nuestras huellas y que en cualquier momento nos alcanzará. La cosa es muy distinta porque al verse perseguido, el asustadizo conejo iría eligiendo el camino, doblando sus esquinas y buscando sus resquicios; en cambio, al ser perseguidor, el implacable lobo va olfateando nuestras decisiones y buscando nuestros rastros. He ahí que la ventaja sobre el destino es nuestra: la ruta la trazamos nosotros. Y el lobo nos encontrará para comernos una vez que dejemos de andar nuestras propias veredas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu suposición me recordó a la canción de 9 vidas de Sergent García, que por cierto tu me presentaste.
Un saludo y bonito blog.