diciembre 26, 2008
La oficina de control vehicular
es, por suerte, un lugar muy frío: el ambiente tranquiliza tu metabolismo y aguantas más tiempo de trámites. Para dar de baja un auto primero haces el cambio de propietario (la baja la tiene que hacer el dueño, suena lógico aunque resulta un trámite de sobra si la factura va endosada, llevas carta poder y si el nuevo dueño sólo lo será por unos minutos). Una vez hecho el cambio te imprimen en plástico una nueva tarjeta de circulación, muy bien hecha y elegante, de un material resistente y no como las de antes que tenías que enmicar. Esa tarjeta te la entrega un señor, caminas seis pasos y se la das a la señora que te hizo el trámite para que la ponga junto con los otros papeles... pronto será destruida porque estás ahora dando de baja las placas de esa tarjeta, habrá vivido unos minutos. El gasto te sorprende, es un desperdicio de material y de impresora. A cuatro metros de ahí la fila de las licencias está vacía y un letrero explica: "suspendido el trámite de licencias por falta de impresora hasta nuevo aviso". Las dos encargadas de la atención de esa área platican entre sí tras el mostrador.
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