enero 31, 2008

Cruda

Con la boca seca pero renaciendo
nos miramos hoy y nos entre-tuvimos
como niños atónitos ante las niñas
como niñas ante un río o una fogata o Dios o lentejuelas.

Tu cuerpo fue una jaula y no salí
sino que nos quedamos a-guardando
elevando la música de exhalaciones
y latidos como una invocación para la lluvia.

Y caminamos una a una las pupilas
que nunca se encontraron con nosotros
en nuestro andar inmóvil triste arrepentido
de no atinar al arrepentimiento

específicamente arrepentido
de no atinar al arrepentimiento.

enero 20, 2008

Hoy no me preocupa

Arriba de la puerta están sentadas. Son dos personitas que se apropiaron del marco de madera que forma el umbral de la puerta de mi cuarto y se sentaron ahí a balancear los pies que, obviamente, les cuelgan. La verdad es que sí me dan un poco de miedo, no tanto por la supuesta imposibilidad de que realmente existan (es decir, me da miedo estar imaginándolos) sino porque se ponen agresivos apenas me acerco. Me dan miedo sus manitas de un centímetro de largo; sus dientecitos afilados con los que me amenazan; sus cuerpecitos desnudos de tez morena, más la de ella que la de él. Y luego me dan ternura, cuando me alejo situándome en lo más hondo de mi cuarto y parece que no me ven y juegan y se besan y hacen un amor salvaje, silvestre. Pero entonces suena el teléfono (que está afuera de la recámara) o vuelven las ganas de orinar e intento escabullirme, salir del cuarto y ellos recuperan la hostilidad... En fin, espero poder salir mañana porque será lunes. Hoy no me preocupa.

enero 11, 2008

Cabalgata

Había en nosotros la caricia del viento

y a la vez el asfalto repelente

en el agua la tensión que pacifica

y la mezcla de las mezclas

 

Había en todos nosotros ese rastro de sal

que sale de la piel o entra por ella

que arrojando destellos

petrifica y atrae

y petrifica

 

Había además la fuerza

el calor los humores el sueño

y un poco de la prisa

que trae consigo el ocio

 

Fue entonces que nos levantamos para mirarnos los ojos en el reflejo del agua y montarnos en el caballo del mareo que ensilló para nosotros la mezcla de sol y alcohol. Fue así y no fue más raro de lo que se escucha.